sábado, 28 de marzo de 2009

Remigio Blanco


Remigio Blanco era militante de la UGT, al estallar la guerra se alistó como voluntario para defender la República. Con su batallón participó en la defensa de Irún. En la retirada del monte San Marcial le hirieron, en agosto de 1936. Una lancha de la Cruz Roja fran­cesa le recogió en el Bidasoa y fue curado en Pau. Los mismos médicos le ofrecieron trabajo en Francia o pasarse por Navarra o Guipuzcoa, cuando ya estaban ocupadas por los nacionales. El volvió por Barcelona, para seguir defendiendo sus ideales. De nuevo volvió a combatir, esta vez en Madrid, en el 5º batallón de la 37 brigada y de nuevo le hirieron, que fue cuando le dejaron inútil el codo. Le curaron en el Hospital de Sangre de Madrid, de allí le mudaron al Hos­pital Sueco-Norue­go, donde le trataron muy bien. Su unidad fue traslada al Levante. Él se incorporó en Lérida y participó en la Batalla del Ebro y la retirada de Cataluña. Le hirieron en Rubí, al lado de Barcelona, y le evacuaron a Rosas, que era el último hospital de Sangre, de allí les trasladaron a Montpellier. Los que nos esta­ban graves les llevaron a un Balneario donde las enfermeras con cepillos fuertes les levantaban las costras de la Sarna. Cuando salió del Hospital le llevaron al campo de concentración

Después de pasar por varios campos de concentración, se enroló en un grupo de maquis dependiente del PCE, donde estuvo luchando hasta la liberación de Francia. En abril de 1945, Remigio cruzó la frontera española con un grupo, que tenían como misión emplazarse en la sierra del Gorbea. Su grupo fue desarticulado en pocas semanas; al perder contacto se instaló en Bilbao, donde malvivió, al carecer de documentación, durante un año. Por medio de conocidos contactó con un responsable del Partido y fue destinado al Comité Regional de Asturias, León y Santander, con la misión de reforzar la organización de los guerrilleros asturianos. Antes de su incorporación al nuevo destino, le encomendaron tomar contacto con la Agrupación Guerrillera de Santander para paliar la situación de crisis en que se encontraba la Brigada Malumbres. Una vez consolidada la estructura guerrillera, fue trasladado a Gijón, donde le sorprendió la desarticulación del Comité Regional a los pocos días de su llegada. Un parte de la Guardia Civil, fecha su captura el 19 de septiembre de 1946. Permaneció en Prisión hasta mitad de los años cincuenta.

domingo, 1 de marzo de 2009

En primera persona. Martín Santos.

En Torrelavega a 19 de octubre de 2006.

Soy Martín Santos, tengo 86 años y formé parte de la guerrilla en Cantabria. Me incorporé a la lucha contra el franquismo en la Guerra Civil y permanecí en ella hasta que marché al exilio en 1949. Antes de formar la guerrilla yo pertenecía a la dirección de las Juventudes Socialistas Unificadas, junto con Manuel Vallejo, Aja “El Vasco” y Bedia, en el Campo de Concentración de SNIACE. Empezamos nuestras reuniones y decidimos dar un carácter político a la lucha de los que se habían echado al monte. En aquella incipiente organización de la Juventud, se me asignó la organización y la dirección de las guerrillas Cuando me mandaron al batallón de Trabajadores me escapé, para integrarme en un primer momento en la labor de la Agrupación Guerrillera y posteriormente ya en el monte con mi grupo. Los que veníamos de las Juventudes y del PCE, teníamos nuestra formación política, que no imponíamos. Conmigo había comunistas, socialistas, e incluso, entre los enlaces, gentes de derechas. Tras la liberación de los presos del campo de Arroyo y un atraco en Somorrostro empecé a ser conocido por lo que tenía que andar con cuidado; fue en ese momento cuando decidí subir al monte. Durante cuatro años estuve en la guerrilla.En 1948, quedamos aislados de la organización y decidí marchar a Francia para pedir consignas. Me descubrieron en San Sebastián y tuve que escapar. Después de cuatro días por los montes conseguí meterme en el tren de la Robla y llegar hasta Montes Claros, para contactar de nuevo con mi grupo. Así hasta finales del año 1949, cuando preparamos la partida definitiva a Francia.Para las Juventudes Socialistas Unificadas la opción de la guerrilla era una posición neta. Más tarde o más temprano había que llevarlo a cabo para combatir al franquismo. Antes de llegar al Campo de Trabajo de SNIACE ya teníamos la convicción de organizar las guerrillas y dar un motivo político a los grupos que permanecían en el monte para poder sostener la lucha. Contábamos con el apoyo del PCE, nosotros éramos demasiado jóvenes para comprender el alcance del siguiente paso. En el monte los grupos estaban aislados.Lo que hice no me pesa, incluso estoy satisfecho de haberlo hecho, pero no es una razón para sacar pecho y decir yo he sido esto o lo otro. Eso no me gusta nada. Había que seguir la lucha de alguna forma y encontramos esa. Aquello que vivimos a los jóvenes de hoy les puede aportar una experiencia.Esa ha sido mi vida de guerrillero, lo que hay que hacer no es tomarla como ejemplo, sino valorar los “pros” y “contras” y decidir en conciencia. Cuando me sorprendieron en San Sebastián en 1948 y estuve cuatro días escondiéndome por el monte, me tirotearon en varias ocasiones, hasta de noche. Tuve la suerte de escapar, pero no quiero que se me tome en eso como ejemplo, porque no fui un personaje de cómic como el Zorro o el Coyote.A pesar de todos los esfuerzos que hicimos, no puedo evitar sentir la decepción de que todo eso no haya servido para nada, nosotros en aquel momento reivindicábamos la República. Hay cosas que gusta recordar, pero no es para vanagloriarse de ellas. Han sido muchos años de silencio y de miedo, sin embargo algunos estamos orgullosos de haber luchado en la medida de nuestras fuerzas por la libertad y la dignidad de nuestro país. Martín Santos